(Ibrahim Badamasi Babangida; Minna, 1941) Político nigeriano, presidente de la República entre 1985 y 1993. De etnia Gwari y religión musulmana, cursó estudios en la Escuela Militar de Kaduna y en la Academia Militar India. En 1966 fue promovido a teniente y completó su instrucción en el Royal Armoured Corps, Reino Unido. Sirvió como oficial durante la guerra de Biafra (1967-1970) y posteriormente (1970-1972) como comandante instructor en la Academia de Defensa de Nigeria.
En 1974 ascendió a teniente coronel y realizó un curso en el Army Armoury School, Estados Unidos. Miembro de las juntas militares de 1975 y 1976, en 1983 fue nombrado director de Planificación del Ejército con el rango de general de división. Como tal, participó en el derrocamiento aquel año del presidente civil Alhaji Shehu Shagari por el general Muhammadu Buhari.
Siendo miembro del Consejo Militar Supremo y comandante en jefe del Ejército, encabezó un golpe de Estado (el sexto desde la independencia en 1960) el 27 de agosto de 1985, que desplazó a Buhari del poder e instauró un Consejo de Gobierno de las Fuerzas Armadas (AFRC). Entonces su reputación de hombre de acción (participó decisivamente en el aplastamiento del complot golpista de febrero de 1976, que costó la vida al presidente militar Ramat Muhammed y desembocó en la Junta de Olusegun Obasanjo), se comparó con los modos austeros y reposados de Buhari. El desprecio mostrado por Buhari hacia los deseos populares de mayor libertad fue, según Babangida, una de las causas que motivaron su intervención.
En julio de 1987 Babangida anunció un programa para la normalización institucional, que pasaba por la convocatoria a elecciones municipales ese mismo año (sin contestación de partidos, que seguían prohibidos), elecciones a las asambleas de los Estados en 1990 y a la asamblea federal en 1992. Efectivamente, el 12 de diciembre de 1987 se celebraron los comicios locales y en mayo de 1989 se publicó un nuevo texto constitucional, que confirmaba la naturaleza federal del Estado.
Sin embargo, el 7 de octubre de 1989, tras una serie de violentos disturbios, Babangida suspendió los seis partidos autorizados el 3 de mayo anterior y anunció la creación de sólo dos formaciones, el Partido Socialdemócrata (SDP) y la Convención Nacional Republicana (NRC), concebidos y organizados por el AFRC y que ocuparían respectivamente la izquierda y la derecha del espectro político en el régimen constitucional.
Al igual que sucediera en abril de 1986, el 22 de abril de 1990 Babangida superó una peligrosa intentona golpista (69 militares supuestamente implicados fueron ejecutados y numerosos civiles sospechosos de complicidad sufrieron persecución) y el 8 de diciembre se celebraron nuevas elecciones locales, ahora sobre la base partidaria. El 14 de diciembre de 1991 se eligieron los gobernadores y las asambleas de los 30 estados, y el 4 de julio de 1992 los diputados de la Asamblea Federal; pero las presidenciales, que debían suponer la devolución del poder a los civiles el 1 de octubre de 1992, quedaron pospuestas hasta 1993, una vez que quedaron anuladas las primarias para elegir las candidaturas del SDP y el NRC.
El 2 de enero de 1993 Babangida disolvió el AFRC y sus prerrogativas fueron transferidas a un Consejo Nacional de Defensa y Seguridad (NDSC, militar), mientras el gobierno fue sustituido por un Consejo Nacional de Transición (CNT, fundamentalmente civil). Las elecciones presidenciales tuvieron lugar finalmente el 12 de junio de 1993, pero Babangida, inesperadamente, se negó a reconocer al virtual vencedor, Moshood Abiola, del SDP, y suspendió el proceso de transición, que debía haber culminado el 27 de agosto con la asunción del presidente electo.
Se sugirió entonces como razón de tal decisión la gran popularidad de Abiola y su dudosa docilidad en un futuro régimen civil bajo supervisión militar. Lo cierto es que, tras reprimir contundentemente las protestas desatadas y darse de baja del servicio activo en el Ejército, Babangida dimitió el 26 de agosto en favor del CNT. No obstante, el 18 de noviembre los militares se hicieron definitivamente con el poder de la mano del general Sani Abacha.
Aunque llegó al poder como un defensor de los derechos humanos, su actuación en este terreno se deterioró progresivamente. Sus reformas de la administración y las fuerzas de seguridad, acordes con el modelo de Estado federal, pero no tanto con el de secular igualmente vigente (en Nigeria hay casi tantos cristianos como musulmanes), suscitaron tensiones religiosas, no exentas de politización regional, tal que fue acusado de alimentar las expectativas de los que pretendían la implantación de la sharia en los estados del norte y la islamización de todo el país. En realidad, maniobras como la promoción de musulmanes norteños a puestos clave del Gobierno y el Ejército sirvieron sobre todo a sus deseos de consolidación en el poder.
Al año de llegar al poder Babangida declaró la Emergencia Económica Nacional y anunció como inevitable la aplicación de medidas de austeridad. Aceptó las recomendaciones del Banco Mundial para la recuperación económica en forma de un Programa de Ajuste Estructural, que presentó a la opinión pública, no como algo impuesto desde fuera, sino como una iniciativa propia de ajuste estructural. Dolorosos para la economía de la población, los efectos de este programa se advirtieron a finales de la década en forma de una bajada de la inflación y de un presupuesto nacional más equilibrado.
Al frente del país más populoso de África, potencia política y petrolera regional, Babangida introdujo a Nigeria en la Organización para la Conferencia Islámica (1986), adoptó una clara postura en favor de la retirada iraquí de Kuwait (1990) y lideró y aportó el grueso de las tropas de la misión de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) en Liberia, que desde el 20 de agosto de 1990 vigiló la aplicación de los acuerdos de paz. En la cumbre de la OUA celebrada en Abuja los días 3-5 de junio de 1991 Babangida fue elegido presidente de turno de la organización para el período 1991-1992.
En julio de 1998, poco después del súbito fallecimiento de Abacha y de iniciar las nuevas autoridades militares una verdadera transición democrática, Babangida hizo unas declaraciones en las que asumió su responsabilidad por sus actuaciones de 1993, que favorecieron la imposición del más severo régimen de Abacha y que retrasaron el retorno de los uniformados a los cuarteles otros seis años.
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